Todos tenemos momentos infelices en la vida, estoy un cien por ciento segura, que sino, seríamos plantas. En mi caso particular mi infelicidad me abrió los ojos, afortunadamente. Soy partidaria de que todo pasa por algo, porque, seamos sinceros, como pueden ser posibles las casualidades? Hay un patrón enorme de posibilidades y justo se interpone la indicada que te deja en un estado de anestesia. Cuantas probabilidades existen de que se produzca de tal manera un fenómeno que esté relacionado directamente con el suceso o estado emocional que te atraviesa? Pocas. Muy pocas. O quizás pasen todo el tiempo. Pero con ese criterio todos esos sucesos de diferentes temáticas tendrían que toparse conmigo de una manera ordenada y conveniente para que tengan sentido... y no, mi vida no es tan interesante. A veces es muy difícil de explicar lo que se le pasa a uno por la cabeza, o la cantidad de pensamientos retorcidos que se pueden llegar a examinar en tan solo segundos que tienen toda la lógica del mundo.
Todas estas conclusiones me surgieron por un encuentro. De lo impredecible y maravilloso del destino, de aceptar que solo somos sus peones en un gran tablero con una infinita capacidad de movimientos, que no podemos elegir, simplemente seguirle el curso.
Varios de los acontecimientos inoportunos en mi vida no fueron lo suficientemente duros como quizás les tocó a otros, pero cada persona es un universo, vivimos y percibimos distinto y hacemos lo que podemos con ello. Una de las tantas cosas que me jugaron y juegan en contra es ser extremadamente mental, sufro excesividad de pensamientos, rebalsan, se acumulan y ejercen presión sobre un cuerpo limitado, solo para una cierta cantidad permitida y yo ya estoy excedida, estoy jodida.
Esto me hace débil, emocionalmente. No tengo dudas de que hay miles de personas que también sean así y si tan solo pudiera entrevistar a solo alguna de ellas y preguntarle cómo hacen, sería todo más fácil, aunque el hecho de saber que no soy la única que lo padece, ya lo hace más sencillo.
Conocí a este hombre de casualidad. En realidad no, sino toda mi conclusión del principio se iría por la borda. De nuevo, conocí a este hombre un veinticinco de Enero y estoy escribiendo esto dos días después. No voy a dar muchos detalles, solo voy a hacer énfasis en que estaba un tanto ebria y muy deshinibida y esto es importante porque sino no lo hubiera conocido.
Cuarenta y ocho horas compartimos, pero pareció un mes. Que intenso puede ser conocer a alguien en el momento justo. No es una historia romántica ni nada por el estilo, es más, tiene planeado en dos meses irse a vivir a otro lado lejos, muy lejos. Conocer otra vez a alguien que tiene planeado irse a vivir al exterior es interesante, siento que la vida me grita que pertenezco a otro lado o quizás que me acostumbre a esto, que es lo único que puedo tener del amor: fugacidad, sinceridad e intensidad y pensándolo bien, es lo que siempre tuve y hasta no hace mucho me di cuenta que soy afortunada porque prefiero eso antes que nada, prefiero eso porque es lo que hay y es lo que tengo.
Hablo de él no como un primer amor sino como una intervención necesaria en mi, en dos días hicimos más que en medio año, le creí todo como hace tiempo no le creía a nadie y confié como nunca, teniendo en cuenta de que somos dos desconocidos. Pero no fue una decisión, no pensé previamente en entregarme a la próxima persona que conozca simplemente sucedió, me hipnotizó y fue todo lo que esperé de una persona y eso fue mágico. El hecho de que me haya dado todo en dos días y de que me lo ofrezca tan solo por un tiempo determinado es lo que hace especial este encuentro.
Es probable que piensen que soy inocente, influenciable, que estoy desesperada por recibir amor o que no fue más que un revolcón y ya, y puede que tengan razón, pero justamente, quien siente todo esto en una noche? o dos?. El verdadero problema de esto es que todo eso que yo deseaba que me pasara, pasó pero no de la manera que esperaba. Imaginaba algo a largo plazo, conocerse de a poco y tener las típicas salidas de dos que se están conociendo, permitiendo me dudar de todo eso a medida que pasaba, porque el tiempo es todo y todo es el tiempo y además soy más bien de las que prefieren asegurarse de pensar lo peor antes que ilusionarse. Pero esto fue todo lo contrario. Me dijo que me quería y yo le creí. Me dijo que lo quiera, que de todo de mi, aun así sabiendo que es solo por un tiempo y al principio me pareció absurdo, pero me di cuenta de que lo quiero, lo quiero la cantidad justa y el tiempo justo, ni más ni menos.
Me maté pensando en todo lo que viví, si fue real o una idealización. Y ahí me di cuenta de su capacidad de dar y confié en poder recibir: había llegado para desbloquear de mi vida lo que tanto me costaba, hizo que me diera cuenta una de las tantas formas de amar y ser amado, en un instante.