Que le miro la historia,
que la dejo pasar,
que me cambio la foto
para su atención llamar.
Ya pasaron cinco minutos,
ahora puedo contestar,
pero él tarda una bocha,
no le debo interesar.
Le dió like a esa pibita
era obvio que lo iba a ver,
me lo hace a propósito
que le voy a ser.
Ahora subo una foto
para alimentar el ego
pero si no le gusta a él,
me retiro del juego.
Mira amiga!
me mandó un mensaje
no sé que responderle,
es un personaje.
No le voy a hablar más,
me clavó el visto
ya estoy harta de esto
ya fué, listo.
Cuánta energía gastada
en esas estrofas armadas
imagínate en la vida real
ah no..cierto, que tarada.
Dejemos de perder el tiempo,
digamos las cosas claras
dejemos de perder el tiempo,
veámonos cara a cara.
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lunes, 24 de junio de 2019
Haiku del afecto.
A veces soy mar,
goteo agua salada
con el fin de sanar.
Lleno el vaso
de tristeza pura que
logra desbordar.
Que problemita,
nadie me dijo, cómo
dejar de amar.
goteo agua salada
con el fin de sanar.
Lleno el vaso
de tristeza pura que
logra desbordar.
Que problemita,
nadie me dijo, cómo
dejar de amar.
Llorona y milenial.
Como otros días
te pensaba
pero éste
te lloré.
Una lágrima salada
Una lágrima salada
cayó en la pantalla.
La gota
La gota
provocó el efecto de una lupa.
-Maldita causalidad-
pensé.
Cuando vi tu nombre resaltado.
jueves, 20 de junio de 2019
Melancolía
Apago el velador y noto
que la luz que entra por mi ventana
ya no es naranja.
El reflector de la calle se apagó
y con él también
su calidez.
Irrumpe un tono melancólico
como cuadro de Picasso
en sus períodos azules.
Me invade la nostalgia
en ese reflejo,
de barrotes de acero sobre mis paredes
y me tocan la puerta los pensamientos
que tanto evité.
Quizá estas emociones
tiñan sus raíces en colores tenues
y decoren sus desdichas con tonos opacos.
O tal vez sea yo,
que me desbordo.
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jueves, 6 de junio de 2019
La poesía: un (Antoni)mo del olvido.
Mi bisabuela llegó de Italia con mi abuela Laura y sus hermanos menores cuando ella tenía apenas 9 años. Es la más grande entre cinco. No terminó el colegio y por eso siempre se sintió inferior al resto. Decía que le daba vergüenza acotar en conversaciones y que en muchas otras no tenía el derecho a opinar directamente. Ay abuela, si supieras las barrabasadas que dicen algunos con título secundario y universitario.
Por ese complejo que acarreaba, siempre fue bien predispuesta. Le gustaba trabajar y sentirse útil. Lo hizo en negocios y hasta tuvo su emprendimiento. Conoció a mi abuelo y se casó muy joven. Tuvieron tres hijos y una vida sacrificada. Mi abuelo viajaba mucho, trabajaba en el ferrocarril y le demandaba mucho tiempo fuera de la casa. Mi abuela crió a mis dos tíos y a mi papá casi sola, como pudo. Su matrimonio era complicado, la relación no era de las mejores. Mi abuelo era un obsesivo de los celos. Eso y su ausencia en el hogar los llevó a separarse, pero sin dejar de lado la convivencia.
Sí, estaban separados pero viviendo bajo el mismo techo. Compartía espacio en común con alguien a quien ya no amaba y que cualquier mínima pelea, era motivo suficiente para desatar una guerra. Estaba atrapada en una nebulosa de remordimientos y sus deseos estaban condicionados por una tormenta ajena. No hay peor veneno que el de la falta de libertad. Sin darse cuenta se dirigió lentamente por el camino que la llevaría a un infierno. Sus hijos se lo decían y ella lo sabía, pero no la podían juzgar. Eran otras épocas o al menos, esa era la excusa. Sin embargo la cosa cambió, mi Abuela tuvo a su Salvador, Antonio. Lo conoció en uno de los tantos viajes que hacía con su grupo de jubilados. Mi abuela y Antonio eran inseparables. Se querían mucho. El la contenía, la hacía sentir segura de sí. Mi abuela volvía a su casa porque sabía que al otro día lo iba a volver a ver a él. Al principio tenían una relación secreta, ni se imaginaban el escándalo que podría llegar a pasar si mi abuelo se enteraba, aún así estando en todo su derecho de volverse a enamorar. Era mejor hacerlo así y Antonio entendía, no le importaba, porque la quería.
Pero llegó un momento que fue insostenible esconder tanto amor.
Yo lo conocí. El me tuvo en brazos desde bebé. Me sacaban a pasear de vez en cuando pero solo lo conocía como un amigo suyo y mucho más de grande entendí. Según mi mamá, él tenía fascinación conmigo. Y yo con él. Capaz porque era la nieta mas grande, vaya uno a saber.
Antonio era una persona noble e inteligente, tenía un corazón grande. Siempre se acordaba de nosotros, los nietos de Laura.
Con el correr de los años Antonio se enfermó. Le diagnosticaron Parkinson, esa maldita enfermedad que te debilita todo el cuerpo. A él lo entristecía su ineficiencia física, la cabeza la tenía intacta, entonces podía darse cuenta de muchas cosas. Mi abuela le dedicó sus últimos meses como a nadie. Antonio llegó un momento que no podía ni comer, ni ir al baño solo. Sin embargo mi abuela estaba ahí, al pie del cañón para lo que el necesitara, por amor. El sentía vergüenza de parecer otra vez un niño y le agradecía más de la cuenta, por su sacrificio y compañía. Hace no tantos meses se lo terminó llevando la enfermedad. Mi abuela quedó devastada y con un gran vacío. Volver a su casa ya no tenía el mismo propósito. Ella igual se siente agradecida y afortunada porque Antonio se haya cruzado en su vida. La salvó, le dio amor y respeto.
Hace poco soñé con él. Estábamos en una terminal de micros que iban directo a Córdoba. Yo era más chica y Antonio se despedía de mi abuela y de mi, antes de subir al micro. Me hubiera gustado no olvidarme de darle un abrazo y agradecerle por estar al lado de mi abuela todo este tiempo. Más de 30 años juntos.
Una semana después de ese sueño mi hermano me contó que mi abuela le había dejado un pendrive que había encontrado en el ex departamento de Antonio y le pedía que se fijara que había adentro para ver si tenía importancia o no.
Cuando lo revisó había varias carpetas, una de ellas tenía el nombre de “Laura”, con un buen presentimiento le dió doble clic.
Cuándo la abre se encuentra con un fragmento de un poema de Francisco Luis Bernardez llamado "La ciudad sin Laura" que dice así:
"En la ciudad callada y sola mi voz despierta una profunda resonancia.
Mientras la noche va creciendo pronuncio un nombre y este nombre me acompaña.
Para poblar este desierto me basta y sobra con decir una palabra.
El dulce nombre que pronuncio para poblar este desierto es el de Laura.
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este nombre que pronuncio en el desierto?
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este amor que me acompaña desde lejos?
Aunque las leguas se interponen entre nosotros, ya no pueden separarnos.
Porque el amor que vence al tiempo no puede estar sino a cubierto del espacio.
Entre la dicha y mi existencia la diferencia que hubo ayer se va borrando.
El ser que nombro es el que, siendo, me da una vida sin dolor ni sobresalto."
Leo esto, querido Antonio y pienso como dulcemente hiciste de tus recuerdos sobre ella algo infinito, sin saber que los mismos, serían una estampa que harían de tu olvido, un acto imposible.
Y con una tierna ironía me pregunto:
¿Que hubiera sido de mi abuela sin vuestro encuentro?
Y ¿Que sería de ella sin tu amor que la acompaña desde tan lejos?
Gracias por la vívida prueba del amor incondicional.
Coni.
Por ese complejo que acarreaba, siempre fue bien predispuesta. Le gustaba trabajar y sentirse útil. Lo hizo en negocios y hasta tuvo su emprendimiento. Conoció a mi abuelo y se casó muy joven. Tuvieron tres hijos y una vida sacrificada. Mi abuelo viajaba mucho, trabajaba en el ferrocarril y le demandaba mucho tiempo fuera de la casa. Mi abuela crió a mis dos tíos y a mi papá casi sola, como pudo. Su matrimonio era complicado, la relación no era de las mejores. Mi abuelo era un obsesivo de los celos. Eso y su ausencia en el hogar los llevó a separarse, pero sin dejar de lado la convivencia.
Sí, estaban separados pero viviendo bajo el mismo techo. Compartía espacio en común con alguien a quien ya no amaba y que cualquier mínima pelea, era motivo suficiente para desatar una guerra. Estaba atrapada en una nebulosa de remordimientos y sus deseos estaban condicionados por una tormenta ajena. No hay peor veneno que el de la falta de libertad. Sin darse cuenta se dirigió lentamente por el camino que la llevaría a un infierno. Sus hijos se lo decían y ella lo sabía, pero no la podían juzgar. Eran otras épocas o al menos, esa era la excusa. Sin embargo la cosa cambió, mi Abuela tuvo a su Salvador, Antonio. Lo conoció en uno de los tantos viajes que hacía con su grupo de jubilados. Mi abuela y Antonio eran inseparables. Se querían mucho. El la contenía, la hacía sentir segura de sí. Mi abuela volvía a su casa porque sabía que al otro día lo iba a volver a ver a él. Al principio tenían una relación secreta, ni se imaginaban el escándalo que podría llegar a pasar si mi abuelo se enteraba, aún así estando en todo su derecho de volverse a enamorar. Era mejor hacerlo así y Antonio entendía, no le importaba, porque la quería.
Pero llegó un momento que fue insostenible esconder tanto amor.
Yo lo conocí. El me tuvo en brazos desde bebé. Me sacaban a pasear de vez en cuando pero solo lo conocía como un amigo suyo y mucho más de grande entendí. Según mi mamá, él tenía fascinación conmigo. Y yo con él. Capaz porque era la nieta mas grande, vaya uno a saber.
Antonio era una persona noble e inteligente, tenía un corazón grande. Siempre se acordaba de nosotros, los nietos de Laura.
Con el correr de los años Antonio se enfermó. Le diagnosticaron Parkinson, esa maldita enfermedad que te debilita todo el cuerpo. A él lo entristecía su ineficiencia física, la cabeza la tenía intacta, entonces podía darse cuenta de muchas cosas. Mi abuela le dedicó sus últimos meses como a nadie. Antonio llegó un momento que no podía ni comer, ni ir al baño solo. Sin embargo mi abuela estaba ahí, al pie del cañón para lo que el necesitara, por amor. El sentía vergüenza de parecer otra vez un niño y le agradecía más de la cuenta, por su sacrificio y compañía. Hace no tantos meses se lo terminó llevando la enfermedad. Mi abuela quedó devastada y con un gran vacío. Volver a su casa ya no tenía el mismo propósito. Ella igual se siente agradecida y afortunada porque Antonio se haya cruzado en su vida. La salvó, le dio amor y respeto.
Hace poco soñé con él. Estábamos en una terminal de micros que iban directo a Córdoba. Yo era más chica y Antonio se despedía de mi abuela y de mi, antes de subir al micro. Me hubiera gustado no olvidarme de darle un abrazo y agradecerle por estar al lado de mi abuela todo este tiempo. Más de 30 años juntos.
Una semana después de ese sueño mi hermano me contó que mi abuela le había dejado un pendrive que había encontrado en el ex departamento de Antonio y le pedía que se fijara que había adentro para ver si tenía importancia o no.
Cuando lo revisó había varias carpetas, una de ellas tenía el nombre de “Laura”, con un buen presentimiento le dió doble clic.
Cuándo la abre se encuentra con un fragmento de un poema de Francisco Luis Bernardez llamado "La ciudad sin Laura" que dice así:
"En la ciudad callada y sola mi voz despierta una profunda resonancia.
Mientras la noche va creciendo pronuncio un nombre y este nombre me acompaña.
Para poblar este desierto me basta y sobra con decir una palabra.
El dulce nombre que pronuncio para poblar este desierto es el de Laura.
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este nombre que pronuncio en el desierto?
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este amor que me acompaña desde lejos?
Aunque las leguas se interponen entre nosotros, ya no pueden separarnos.
Porque el amor que vence al tiempo no puede estar sino a cubierto del espacio.
Entre la dicha y mi existencia la diferencia que hubo ayer se va borrando.
El ser que nombro es el que, siendo, me da una vida sin dolor ni sobresalto."
Leo esto, querido Antonio y pienso como dulcemente hiciste de tus recuerdos sobre ella algo infinito, sin saber que los mismos, serían una estampa que harían de tu olvido, un acto imposible.
Y con una tierna ironía me pregunto:
¿Que hubiera sido de mi abuela sin vuestro encuentro?
Y ¿Que sería de ella sin tu amor que la acompaña desde tan lejos?
Gracias por la vívida prueba del amor incondicional.
Coni.
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viernes, 17 de mayo de 2019
Ningún pez
Aprendí que mostrarme vulnerable esta bien,
Que callar mis emociones no lo llevo en el gen.
Censurar mis afectos alimenta el enfado,
dejé de ser cobarde y me subí al estrado.
Censurar mis afectos alimenta el enfado,
dejé de ser cobarde y me subí al estrado.
Que no hay nada mas destructivo que la indiferencia,
y a veces tanta rabia, me cambia la apariencia.
Que, algunos, se liberan hablando.
Y muchos otros, lo hacen llorando.
Yo elijo hacerlo en silencio y con una hoja en blanco.
Escribí mis máximos temores, hasta mis más grandes sueños.
Dejé de alquilar historias para convertirme en dueña.
Narro mis pensamientos mas revueltos, hasta que no haya renglón.
No le busqué el sentido, le entregué el corazón.
No le busqué el sentido, le entregué el corazón.
Saber que me limpio por dentro tan solo tipeando y
me hago escuchar aunque sea silbando.
me hago escuchar aunque sea silbando.
Porque al fin y al cabo, lo que acumulaba era basura,
elegía quedarme callada y no acabar la dictadura.
Porque ningún pez sobrevive en agua estancada,
necesitan aire y agua salada.
necesitan aire y agua salada.
porque a veces solo bastan un par de palabras,
que te devuelvan a la vida, que te curen las yagas.
miércoles, 15 de mayo de 2019
Mi tinta.
Mi tinta es negra, como el petroleo.
De ella empezaron los versos y terminaron en poesía.
Tu nombre y apellido son la nafta que impulsa el motor de mi pluma,
y hace que baile en las hojas, dejando huella el trazo.
Pero como todo buen recurso, se agota.
Por eso,
me jure a mi misma,
que si eso llegara a pasar,
excavaría en lo más profundo de los desiertos, para encontrar
Una gota de esa esencia,
una pisca equivalente
a esa inspiración que esta en reserva
y que plasma mis mas auténticos sentidos,
como nunca antes había podido.
De ella empezaron los versos y terminaron en poesía.
Tu nombre y apellido son la nafta que impulsa el motor de mi pluma,
y hace que baile en las hojas, dejando huella el trazo.
Pero como todo buen recurso, se agota.
Por eso,
me jure a mi misma,
que si eso llegara a pasar,
excavaría en lo más profundo de los desiertos, para encontrar
Una gota de esa esencia,
una pisca equivalente
a esa inspiración que esta en reserva
y que plasma mis mas auténticos sentidos,
como nunca antes había podido.
Mundos.
“Yo quería que seamos colegas” me dijiste...Y yo quería que seamos tantas cosas, pensé.
Fuiste como un relámpago.
Rápido y fugaz.
Tuviste el hermoso arte de poder iluminar para luego desaparecer.
Haces notar tu presencia, sin robarle protagonismo a la lluvia.
Sabes volver cada tanto, cuando mi corazón pronostica chubascos.
Fuiste incertidumbre y autenticidad.
Tus palabras eran crucigramas y tus gestos fantasía. Me supiste seducir con cautela, casi como si supieras lo que hacías.Con tus convicciones y tus ideales tan inquebrantables, como el hilo que une nuestros mundos.
Mundos inexplorados.
Mundos que se pisaron, pero que no se dejaron plantar bandera. Dejando aires puros y terrenos vírgenes.
Mundos que cualquier científico mataría por declarar, pero sin embargo seguimos manteniéndolos desiertos, para cuando nos podamos conquistar.
Y así ando, esperando ser tomada, pero no por cualquiera.
Rogando que seas mi colón, pero sin guerra.
Porque para batallas duras, ya tengo bastante con no poder olvidarte.

Fuiste como un relámpago.
Rápido y fugaz.
Tuviste el hermoso arte de poder iluminar para luego desaparecer.
Haces notar tu presencia, sin robarle protagonismo a la lluvia.
Sabes volver cada tanto, cuando mi corazón pronostica chubascos.
Fuiste incertidumbre y autenticidad.
Tus palabras eran crucigramas y tus gestos fantasía. Me supiste seducir con cautela, casi como si supieras lo que hacías.Con tus convicciones y tus ideales tan inquebrantables, como el hilo que une nuestros mundos.
Mundos inexplorados.
Mundos que se pisaron, pero que no se dejaron plantar bandera. Dejando aires puros y terrenos vírgenes.
Mundos que cualquier científico mataría por declarar, pero sin embargo seguimos manteniéndolos desiertos, para cuando nos podamos conquistar.
Y así ando, esperando ser tomada, pero no por cualquiera.
Rogando que seas mi colón, pero sin guerra.
Porque para batallas duras, ya tengo bastante con no poder olvidarte.

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jueves, 7 de marzo de 2019
Dos sentidos.
A veces
Veo amor en todas partes.
Veo almas genuinas,
Veo caricias tibias,
y besos en la frente,
sinceros.
Veo miradas con aires de pasión,
y manos entrelazadas...
También escucho.
Escucho promesas
Escucho risas,
Incontenibles y espontáneas,
Capaces de solucionar cualquier guerra
-a carcajadas-
Pero también veo almas incompletas,
veo abismos profundos
con pies curiosos en sus bordes
y veo soledades qué,
se
aferran
a uno
y no
se
van.
Veo manos enlazadas con el aire,
Y en los dedos incorrectos.
Pero...
Veo mis manos,
Sin las tuyas
Y escucho el crujido de mil corazones romperse.
Escucho agrietarse las pieles,
Poesía no sentida,
y el ruido del vacío...
Así y todo,
El peor de los estruendos
Es tu ausencia.
Y lo peor de mis miradas,
es que no se topen con las tuyas.
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Dialogo profesional
-Sabes qué Marie, a veces me preocupa entender a fondo los problemas de los pacientes psiquiátricos, maníacos, bipolares, trastornados o dep...