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lunes, 24 de junio de 2019

Haiku del afecto.

A veces soy mar,
goteo agua salada
con el fin de sanar.

Lleno el vaso
de tristeza pura que
logra desbordar.

Que problemita,
nadie me dijo, cómo
 dejar de amar.








El manual del mal de amores

Un día de invierno
igual al resto,
mis ojos tropezaron
con esos renglones
cargados de recuerdos
retenidos en un lagrimal.
Cómo era posible?
si había seguido las instrucciones.
En que me había equivocado?
si casi todo el trabajo
le correspondía al tiempo.
Yo, solo tenía
que coser la abertura
y asegurarme
que los puntos sanen bien.
Miré la cicatriz,
y fue ahí
cuando vi la herida abierta.
Una grieta
rebalsada de emociones
que hacían presión
y tensaban los hilos
de la sutura mal hecha,
que cada latido
aflojaba aún más.
Con la derrota sobre la espalda,
le dije como si escuchara:
"No voy a superarte"
y el dolor paró
y el contador volvió a cero.







jueves, 20 de junio de 2019

Melancolía

Apago el velador y noto 
que la luz que entra por mi ventana 
ya no es naranja.
El reflector de la calle se apagó 
y con él también 
su calidez.
Irrumpe un tono melancólico
como cuadro de Picasso 
en sus períodos azules. 
Me invade la nostalgia
en ese reflejo, 
de barrotes de acero sobre mis paredes 
y me tocan la puerta los pensamientos 
que tanto evité. 
Quizá estas emociones 
tiñan sus raíces en colores tenues 
y decoren sus desdichas con tonos opacos.
O tal vez sea yo, 
que me desbordo.


jueves, 6 de junio de 2019

La poesía: un (Antoni)mo del olvido.

Mi bisabuela llegó de Italia con mi abuela Laura y sus hermanos menores cuando ella tenía apenas 9 años. Es la más grande entre cinco. No terminó el colegio y por eso siempre se sintió inferior al resto. Decía que le daba vergüenza acotar en conversaciones y que en muchas otras no tenía el derecho a opinar directamente. Ay abuela, si supieras las barrabasadas que dicen algunos con título secundario y universitario.
Por ese complejo que acarreaba, siempre fue bien predispuesta. Le gustaba trabajar y sentirse útil. Lo hizo en negocios y hasta tuvo su emprendimiento. Conoció a mi abuelo y se casó muy joven. Tuvieron tres hijos y una vida sacrificada. Mi abuelo viajaba mucho, trabajaba en el ferrocarril y le demandaba mucho tiempo fuera de la casa. Mi abuela crió a mis dos tíos y a mi papá casi sola, como pudo. Su matrimonio era complicado, la relación no era de las mejores. Mi abuelo era un obsesivo de los celos. Eso y su ausencia en el hogar los llevó a separarse, pero sin dejar de lado la convivencia.
Sí, estaban separados pero viviendo bajo el mismo techo. Compartía espacio en común con alguien a quien ya no amaba y que cualquier mínima pelea, era motivo suficiente para desatar una guerra. Estaba atrapada en una nebulosa de remordimientos y sus deseos estaban condicionados por una tormenta ajena. No hay peor veneno que el de la falta de libertad. Sin darse cuenta se dirigió lentamente por el camino que la llevaría a un infierno. Sus hijos se lo decían y ella lo sabía, pero no la podían juzgar. Eran otras épocas o al menos, esa era la excusa. Sin embargo la cosa cambió, mi Abuela tuvo a su Salvador, Antonio. Lo conoció en uno de los tantos viajes que hacía con su grupo de jubilados. Mi abuela y Antonio eran inseparables. Se querían mucho. El la contenía, la hacía sentir segura de sí. Mi abuela volvía a su casa porque sabía que al otro día lo iba a volver a ver a él. Al principio tenían una relación secreta, ni se imaginaban el escándalo que podría llegar a pasar si mi abuelo se enteraba, aún así estando en todo su derecho de volverse a enamorar. Era mejor hacerlo así y Antonio entendía, no le importaba, porque la quería.
Pero llegó un momento que fue insostenible esconder tanto amor.
Yo lo conocí. El me tuvo en brazos desde bebé. Me sacaban a pasear de vez en cuando pero solo lo conocía como un amigo suyo y mucho más de grande entendí. Según mi mamá, él tenía fascinación conmigo. Y yo con él. Capaz porque era la nieta mas grande, vaya uno a saber.
Antonio era una persona noble e inteligente, tenía un corazón grande. Siempre se acordaba de nosotros, los nietos de Laura.
Con el correr de los años Antonio se enfermó. Le diagnosticaron Parkinson, esa maldita enfermedad que te debilita todo el cuerpo. A él lo entristecía su ineficiencia física, la cabeza la tenía intacta, entonces podía darse cuenta de muchas cosas. Mi abuela le dedicó sus últimos meses como a nadie. Antonio llegó un momento que no podía ni comer, ni ir al baño solo. Sin embargo mi abuela estaba ahí, al pie del cañón para lo que el necesitara, por amor. El sentía vergüenza de parecer otra vez un niño y le agradecía más de la cuenta, por su sacrificio y compañía. Hace no tantos meses se lo terminó llevando la enfermedad. Mi abuela quedó devastada y con un gran vacío. Volver a su casa ya no tenía el mismo propósito. Ella igual se siente agradecida y afortunada porque Antonio se haya cruzado en su vida. La salvó, le dio amor y respeto.
Hace poco soñé con él. Estábamos en una terminal de micros que iban directo a Córdoba. Yo era más chica y Antonio se despedía de mi abuela y de mi, antes de subir al micro. Me hubiera gustado no olvidarme de darle un abrazo y agradecerle por estar al lado de mi abuela todo este tiempo. Más de 30 años juntos.
Una semana después de ese sueño mi hermano me contó que mi abuela le había dejado un pendrive que había encontrado en el ex departamento de Antonio y le pedía que se fijara que había adentro para ver si tenía importancia o no.
Cuando lo revisó había varias carpetas, una de ellas tenía el nombre de “Laura”, con un buen presentimiento le dió doble clic.
Cuándo la abre se encuentra con un fragmento de un poema de Francisco Luis Bernardez llamado "La ciudad sin Laura" que dice así:
"En la ciudad callada y sola mi voz despierta una profunda resonancia.
Mientras la noche va creciendo pronuncio un nombre y este nombre me acompaña.
Para poblar este desierto me basta y sobra con decir una palabra.
El dulce nombre que pronuncio para poblar este desierto es el de Laura.
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este nombre que pronuncio en el desierto?
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este amor que me acompaña desde lejos?
Aunque las leguas se interponen entre nosotros, ya no pueden separarnos.
Porque el amor que vence al tiempo no puede estar sino a cubierto del espacio.
Entre la dicha y mi existencia la diferencia que hubo ayer se va borrando.
El ser que nombro es el que, siendo, me da una vida sin dolor ni sobresalto."
Leo esto, querido Antonio y pienso como dulcemente hiciste de tus recuerdos sobre ella algo infinito, sin saber que los mismos, serían una estampa que harían de tu olvido, un acto imposible.
Y con una tierna ironía me pregunto:
¿Que hubiera sido de mi abuela sin vuestro encuentro?
Y ¿Que sería de ella sin tu amor que la acompaña desde tan lejos?
Gracias por la vívida prueba del amor incondicional.
Coni.





miércoles, 29 de mayo de 2019

Reflexión vieja

Unos meses atrás me despedía del continente que me hizo feliz por 45 días, algunos fueron duros y nostálgicos, otros divertidos e inolvidables. De alguna manera, al alejarme de todos, me acerqué. Me acerqué a mi misma, esa sensación de libertad no me la sacaba nadie, excepto ese vuelo.
Me acuerdo un par de momentos en los que sentí libertad absoluta.
El primero fue cuando aprendí a andar en bici sin rueditas. Tenía 7 años si mal no recuerdo. Era verano, estaba en el campo del colegio del San Miguel. Ibamos con mi familia cuando mi papá jugaba amistosos con los otros padres del colegio. Yo jugaba por ahi con algunos chicos. Agarré una bici prestada y me mandé. No recuerdo que nadie me haya enseñado para ser sincera.. Me costó las primeras veces, pero cuando me quise dar cuenta estaba maniobrando y dandome maña solita. Sentí independencia absoluta. El viento en la cara y sentirme inalcanzable. Me acuerdo patente mi desesperación porque mi mamá me viera. Le grité "Mirá má!" y ella me felicitó y yo fui muy feliz.
El otro momento fue en 3er grado. Jugábamos a la mancha en el recreo. Ahi descubrí mi habilidad con la velocidad. Un compañero me corría y yo también. Y en ese momento pensé que podia ser mucho mas rápida de lo que estaba siendo, y corrí y me impulsé y lo amagué. Y el se cansó. Me acuerdo que muchos varones estaban un poco asombrados, porque como era mujer pensaban que no podia ser mas rápida que Juan Manuel. Ese día también me sentí inalcanzable. Tiempo mas adelante me convertí en una de las mas rápidas de la clase. Me di cuenta porque todos me querían en sus equipos. Y por las medallas doradas de los 1ros puestos cuando se hacían los Sports.Lo que más me gustaba de esos deportes, no era ganar, sino el indisimulable fanatismo de mi papa por mí y por ver como llegaba primera. Me daba consejos, me alentaba, Y cuando ganaba estaba ahi para darme un beso. En fin, todo surgió porque ese día sabía que podía dar más de mi.
El anteúltimo recuerdo, y ya mas crecida, fue cuando me depositaron mi primer sueldo. Tenía mi propio dinero. Invité a mamá y a Mery a comer a Carlitos. Me acuerdo que se pagaba solo en efectivo, entonces con aires de grandeza y muy orgullosa de eso, fui a sacar plata al banco y le pagué al mozo.
El último recuerdo (por ahora) es cuando me subí al avión.
Cuánto pasó despúes de todo eso. No soy para nada la misma piba valiente, habilidosa y que sentía que podía con todo. Crecer es una mierda.
No sé en que momento se empezó a desvirtuar todo. No estoy háblando de que el cambio en el tiempo haya sido negativo, pero cambíe muchisimo de perspectiva y de mi manera de ver las cosas.
En el presente siento que nada me asombra ya. Como que estoy preparada para cualquier cosa.
Acá estoy, sin descubrir cómo llenarme, sin entender muchas cosas, enojándome con otras. Tratando de completarme con personas y sin saber cómo hacerlo sola, buscando amor, necesitando que me digan que soy importante porque realmente no me encuentro el sentido.
Me reconforta mirar al pasado, pensar en mi infancia. Trato de buscar respuestas ahi, pero es muy difícil. Lo que me da mucha impotencia es que en algún momento de mi vida me sentí indestructible, con un fin, sabía que era buena en algo, y que podía darlo todo y ser la mejor. Ahora no tengo para nada esa motivación, si sabría que es lo que me la arrebató me salvaría la vida.
Por eso la mayor parte del tiempo siento esta rotunda necesidad de empezar de cero, en algún lado. Tengo el poder de la independencia y autosuficiencia. También el de falta de extrañar. Por eso me creo capaz de soltarme en cualquier parte y sobrevivir. Esto no significa que no quiera.
Tampoco que no los necesite, pero los necesito menos. Quizás el estar lejos sea la excusa perfecta que le cierre a todos. Estando lejos no puedo cumplir expectativas, ni hacer cosas que no quiero, ni me salen. Soy egoísta, esto lo acepté hace poco, me pongo primero a mí antes que al resto. Desde mi ignorancia pregunto, ¿Cuánto de malo tiene eso?. Está esa cuestión de tener que pensar en el otro todo el tiempo, por educación, por amabilidad, por amor, por no sé. Me equivoco todo el tiempo, no es con mala intención, soy torpe, atolondrada, impulsiva. No pretendo que todo me salga bien, capaz es por eso que aprendo antes que otras personas o me consideren "madura".
A esta altura de mi vida entendí muchas cosas. La gente es muy sensible y yo muy egoísta. Me harté de complacer. Pero ojo que si no sos lo suficientemente sensible sos una loca que no le importa nada.
Me agarró un dejavú, yo descargando en notas, meses atrás, sintiendo lo mismo y esperanzada con un viaje. Me siento muy afortunada por haber tenido la oportunidad de conocer lugares increíbles, y ver que la vida es para vivir de otra manera. Que somos pequeños, qué hay que hacernos valer y que pertenezco a un lugar más allá, que a una silla giratoria de oficina.

jueves, 14 de marzo de 2019

Lunedì VI

-Romances en tiempos de aplicaciones,
-Aplicaciones que no dan tiempo al romance,
-Y tiempos que al romance, ya no se aplican...
El querer en época milenial es un código enigma que nadie sabe resolver. Ni el mismo Alan Turing sería capaz de descifrar. Creemos que tenemos todo bajo control y que las relaciones son tan fáciles como conseguir sexo.
Y cuando se presenta alguien, capaz de hacernos dudar de todo eso que teníamos como sabido, con una presencia capaz de iluminar soles y de curar estigmas... zaz! Imponemos trabas inconscientes y cerramos puertas en narices. Puertas que daban paso a emociones que eran un mundo...desconocido. 
Y que daba y da, temor conocer.
Y cuando caemos de que no era solo una puerta, sino un portal de oportunidades, llegar a el ya no es tan fácil.
Un laberinto se presenta en frente y para llegar hay que pasar noches de insomnio y vender un pedazo de alma.
Y cuando por fin estas en el tramo final y vez el portal desde el pasillo, te das cuenta de que se va achicando.
y correr no alcanza, porque en una milésima de segundo el portal desapareció. Y ahí estamos, atrapados, abandonados en un pedacito de infierno, con un corazón incompleto.
Atormentados con preguntas sin respuesta y tratando de formular una salida desgarrándonos la mente.
Todo esto es el amor en los tiempos violentos.
Violentos por qué, nadie merece quedar preso en sus propios pensamientos, ni ser arrasado por una ola de sentimientos salvajes, sin saber nadar.
Injustamente a todos en algún momento nos toca naufragar a la deriva, y padecer esa perplejidad de a dónde nos embarcará la "apacible" marea de la vida.
Rogando, que los días sean calmos y afanarnos remando, para que la balza no se tumbe.
Y pensar a gritos,
-casi tan fuertes, que dejan eco-
que ojalá,  
en algún momento,
Volvamos a pisar
tierra firme.


lunes, 2 de julio de 2018

Viernes 29.

El día 29 volvía de salir con una amiga, ya era bastante tarde para tomar el transporte público sola, pero bueno. Como siempre una vez más me mandé. A mí no me desagrada, es más lo disfruto bastante porque a esas horas no hay nadie y me da mucha tranquilidad mental. Poca gente. Poco ruido. Pero muchos pensamientos. Me tome el subte a constitución, línea C, y me subí en el 1er vagón. No se porque en ese momento se me vino a la mente algo q escuché en algún lugar, que pasada cierta hora, la gente que practicaba dogging (relaciones sexuales en lugares públicos) se le daba preferentemente en los 1ros vagones de los transportes. Tampoco se porque lo aclaro.
Sin creer en eso, me subí. Solo estaba yo y un chico más, que escuchaba música. El flaco se baja en Av. de Mayo si mal no recuerdo y quedo sola. Fue ahí cuando me vi en el reflejo del vidrio del vagón, y me alegré de la independencia y falta de miedo que manejo. Eran las 11 de la noche. En un subte. Capaz otra no se animaba a viajar a esa hora, sola. No sé.
Ahi supe que iba a poder siempre con todo.
Viajar.
Y ahí caí. Viajar. Yo viajaba; en tren, subte, auto, bondi. Pero esta vez viajaba en serio. Me iba, me iba a otro continente. No me pregunten porque relacione todo esto en una milésima de segundo, cómo que mil cosas se relacionaron y para mí tenía todo el sentido del mundo. Iba a tomarme un avión, iba a estar 45 días lejos de casa, de la rutina, de la línea C y del 59.
En ese mismo momento me di cuenta que realmente iba a pasar, iba a conocer una fraccióncita de este mundo. Y que iba a ser yo contra todo, sola o acompañada iba a poder. Y me dio miedo, pero alegría, porque, que afortunada era no cierto? Pensé en la linyera qué pasó por el vagón hace un rato a darme un papelito que no tenía escrito nada, era solo un pedacito de diario, para ver si podía ganar una moneda. Supe que no todo el mundo puede, pero yo en este momento podía.
Quizá me crean exagerada por dedicar tanto párrafo a algo que ni siquiera viví todavía, yo soy así, tengo la conciencia medio sensible, o capaz aprendí un poco más lo que es el sacrificio. Porque, a su vez pensé que al otro día tenía que estar levantándome temprano otra vez para ir a trabajar, pero afortunadamente sólo faltaban 25 días para que todo haya valido la pena.
Y ahí, realmente caí.

Dialogo profesional

-Sabes qué Marie, a veces me preocupa entender a fondo los problemas de los pacientes psiquiátricos, maníacos, bipolares, trastornados o dep...