Apago el velador y noto
que la luz que entra por mi ventana
ya no es naranja.
El reflector de la calle se apagó
y con él también
su calidez.
Irrumpe un tono melancólico
como cuadro de Picasso
en sus períodos azules.
Me invade la nostalgia
en ese reflejo,
de barrotes de acero sobre mis paredes
y me tocan la puerta los pensamientos
que tanto evité.
Quizá estas emociones
tiñan sus raíces en colores tenues
y decoren sus desdichas con tonos opacos.
O tal vez sea yo,
que me desbordo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario