La costumbre me arrastra
y lo único que logra
es llenarme de polvo.
Parezco un libro viejo
que al soplarlo
provoca un estornudo.
Mirame,
no soy más que piel seca
y un pañuelo de seda
que disimula el descuido.
En cambio,
el canario
canta y vuela
sin ser consciente
de su libertad.
Al fin y al cabo
no somos tan distintos.
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