viernes, 19 de julio de 2019

Cómo deberían ser las cosas.

A cupido me lo imagino un tipo depresivo. ¿Te imaginas que tu labor sea darle amor a todo el mundo mientras vos andas por la vida ahí solo?. Se me hace que en la aljaba esconde una petaca de whisky y entre flechazo y flechazo se toma un shot. No me cabe duda de que los amores no correspondidos son producto de esa borrachera por falta de puntería. Que paradoja la de ese adolescente celestial, que se encarga de dar amores y de no recibir ninguno. Me pregunto porque se le habrá otorgado a un alma tan joven la tarea de unir destinos, sin tener una mínima experiencia. Cupido debería ser un viejito. Si, un viejito viudo, de esos sabios, que vivieron el mejor de los amores y una vida plena, con arrugas en las manos y una colección amplia de enciclopedia. Que tenga en claro el valor de cada flecha y la importancia de la puntería. Su jubilación sería su gran recompensa, le darían alas y una medalla dorada reafirmando su basta experiencia. Quizás así el amor sea un poco más justo y sincero, quien sabe.

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