lunes, 8 de julio de 2019

Una copa o dos.

Con dos copas de tinto y una inmensa culpa brindé, bah, brindamos, él y yo; El diablo y yo.
No cuenta como infierno si te gusta como quema” leí en algún lado. Entonces me senté en el fuego, me froté las manos y gocé. Por un momento cambiamos de roles, él recitó mandamientos y yo me reí de sus desgracias. En esos minutos reveladores, aprendí.
No está mal ser diablo por una noche, mientras que el calor de las llamas no derrita los valores.
-Ya, dámelo -dijo él, tendiendo la mano. -¿qué? Le respondí, con el tridente en el regazo.
Con la vejiga llena de vino me despedí, eructé el desasosiego y resoplé pesadumbre.
 La memoria se tambaleó o bailó y el vacío se instaló otra noche, para amanecer al día siguiente en forma de resaca.



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