Soplé los restos
de nosotros
y me llené la cara
de polvo y de recuerdos.
Cerré la ventana entreabierta
que por las noches
susurraba tu nombre.
susurraba tu nombre.
Caminé cuesta arriba,
para transpirar
todo lo que me habías dado.
Y limpie tu nombre
que quedó escrito
en un ventrículo empañado
la noche que llovimos.
en un ventrículo empañado
la noche que llovimos.
[No vuelvas en forma de polvo,
ni de viento,
ni sudor,
ni llovizna,
por favor, no vuelvas.]
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