Leo en un montón de libros y escucho en un montón de canciones que el desamor pasa y las heridas profundas se vuelven a llenar, pero sin dejar de mostrar que allí alguna vez estuvieron. Me cuesta creer cuando dicen que es cuestión de hacerle frente a la tristeza, para poder sanar. Como cuando somos niños y le tememos a que haya alguien en nuestro placard y nos dicen que debemos ser valientes y abrir sus puertas, para así verificar que no era más que una absurda ilusión. Sin embargo no se a que más le temo, si al abrir la puerta encontrarme con el vacío o que me devore el monstruo de la nostalgia y retroceder más casillas de las avanzadas. Porqué es así, cuando nos arriesgamos y tomamos coraje para vencer el miedo, siempre con algo nos encontraremos: con la nada misma o con todo aquello a lo que temíamos.
No sé si estoy preparada para enfrentarme a cualquiera de las dos incógnitas. Nunca fui muy valiente, casi siempre elijo quedarme donde sé que no me pueden hacer daño, aunque a veces hasta en el mayor lugar de comfort, me agarren desprevenida.
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