Que picardía la del tiempo, que pasaba sabiendo que el destino nos separaría y así y todo dejaba sin que me diera cuenta, que me enamore de tus defectos.
Y el último grano, de ese reloj de arena que fue nuestro, acabó conmigo sin dar ventaja, casi tan rápido como el alcance de una bala perdida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario